Por Pegaso
Nunca me ha gustado mi nombre.
A pesar de que mi Pegasita insiste en que es el más hermoso del mundo, siento como que suena ridículo: Pegaso.
El Chivito me dice que le recuerda una Kotex con alitas.
Pero a pesar de todo, creo que hay nombres mucho más feos y al ver algunos de ellos le doy gracias a mi mamá Pegasa por haberme llamado así.
El Artículo 58 del Código Civil dice que cuando se detecta que un padre pretende imponer a su hijo un nombre peyorativo, denigrante, discriminatorio o carente de sentido, el Oficial del Registro Civil le hace la recomendación para que use un nombre menos raro, pero no se lo prohíbe.
Gracias a esa libertad que siempre han tenido nuestros sacrosantos progenitores es que tenemos entre nosotros a sujetos y sujetas con nombres tan estrambóticos como Almaquio, Hugolino, Odilón, Bladulfo, Sóstenes, Aniceto, Antíoco, Abrúnculo, Rigomerio, Herculano, Bartolo, Fredegunda, Hermelinda, Cagliostro, Furcio, Lucas, Ramona, Petronila, Águeda, Aldegunda, Columba, Frígida, Angulo, Austreberta y párele de contar.
Los papás de antes tenían un gran sentido del humor y solamente veían el santoral en el calendario chafa que les regalaban en las tiendas o carnicerías el año nuevo, y en el día que nacía el güerco, ese nombre le ponían.
Había también la costumbre de nombrar a los vástagos como el papá, el abuelo o el tío, con lo cual pasaban a perjudicarles el resto de su existencia.
En las últimas décadas, el Registro Civil de casi todas las ciudades mexicanas, pero acentuadamente en la frontera norte, se han llenado de nombres caucásicos, como Stanley, Howard, Joselyn, Jakelyn, Trevor, Justin, Kendall, Brandon, Jordan, Stefanie y muchos más.
Me gusta recordar la anécdota de aquella buena señora que llama a su hijo en el parque gritando su nombre: «¡Stanley!» Y nada, que resulta ser un chamaco prieto y chaparro, más mexicano que el nopal.
Ahora que, si nos ponemos a buscar, hay papás que de verdad se la bañan con los nombrecitos.
Muchos son influenciados por su programa de televisión favorito, por el cine, la música y la tecnología.
Hay parejas que se presentan en el Registro Civil y le ponen Batman a su retoño.
También hay quienes los bautizan como Harry Potter, James Bond, Hermione, Pocahontas, Rambo, Robocop, Rocky o Terminator.
O quienes se inspiran en la informática: Facebook, Yahoo, Email y Twitter.
¿Se imaginan un chamaco en el pase de lista de la escuela?: Terminator González o Pocahontas Martínez.
También hay quienes buscan nombres de personajes históricos, como Hitler, Lady Di o Rolling Stones.
Los hay con nombres de comida chatarra: Burger King, McDonalds o Subway.
En algunas ocasiones sale alguna nota periodística donde se mencionan nombres tan originales o tan feos como Aceituno, Cacerolo, Calzón, Caralampio, Circuncisión, Escroto, Fulanito, Piritipio o Tremebundo.
Por increíble que parezca, si nos ponemos a revisar la guía telefónica de cualquier ciudad de México o nos molestamos en ver la lista del Registro Civil, nos vamos a encontrar con que son nombres reales de personas reales.
Yo creo que lo que nunca alguien va a hacer es ponerle a sus hijos Lucifer, Luzbel o Satanasa.
¿Se imaginan cuando estén ante la pila bautismal y el párroco pregunte a los amorosos padres cómo se va a llamar el tierno infante?
Los dejo con esa pregunta y termino mi colaboración de hoy con el refrán mexicano estilo Pegaso: «Bajo cualquier circunstancia, Juan es tu denominativo». (De todas formas, Juan te llamas).